Mi Pequeño Espacio Rosado

       El pequeño apartamento rosado que puede ver en todas las fotos es muy especial para mi. Ha marcado una nueva época para mí. Recuerdo el día que me dieron las llaves. Me paré en la puerta por un segundo y el corredor me preguntó si estaba bien – yo dije, “Estoy bien, solamente pienso que me estoy dando cuenta que voy a mudarme por mí misma”. Solo que era una mentira porque estaba  preocupada, feliz, nostálgica, melancólica, nada tan insulso como “bien”. Empecé a hacer planes en ese momento, y originalmente no iba a ser rosado. Cuando me mudé por primera vez, ya estaba saliendo con quien es ahora mi prometido, y era bastante consciente del hecho de que podríamos casarnos en algún momento relativamente pronto. Así que mi primer instinto fue ir a algo neutral – escoger algo de lo que cualquier hombre decente no huiría en el momento en que lo viera – algo con lo que podría imaginarse a sí mismo viviendo si fuera lo que escogemos. Pero entonces tuve un pensamiento: Esta sería la primera y probablemente la única vez que iba a hacer lo que quería en una casa entera – no tenía que consultar, estar de acuerdo con, o complacer a alguien que no fuera yo. Ahí es cuando llegaron las rosas, y los candelabros aparecieron. 

       Estoy tan encantada de haber tenido la oportunidad de inmortalizar mi primer apartamento en estas fotos. Cuando miro de vuelta a estas fotos recodera un tiempo en el que me probé a mí misma que podría hacer las cosas sin ayuda. En el momento en el que me mudé, mi madre había fallecido el año anterior y siempre le digo a la gente como en el minuto que ella lo hizo me hizo sentirme como si tuviera 20 anos demás. De repente, vivir en casa de mi padre no parecía consistente con la forma en que me sentía por dentro. Tuve un enorme peso de responsabilidad sobre mis hombros. Cada día me paraba frente al equipo de nuestro ministerio, que acababa de ser sacudido por la crisis, y de repente parecía que me miraban a mí en busca de dirección. Por primera vez en mi vida tenía algo que probar. No al mundo, sino a mí misma. Tenía que mostrarme a mí misma que no iba solo a vivir el resto de mi vida, sino que incluso mi madre me iba a ver desde el cielo, iba a prosperar por ella. Mi pequeño espacio rosado que era de mi propiedad, era el lugar perfecto para actividades ridículamente femeninas (velas y baños de burbujas en cantidades vergonzosas) pero también era el espacio en el que necesitaba estar sola  y a veces llorar, y vaciar mi corazón hacia Dios. Era el lugar de espera en el que Dios solía enseñarme que crecer duele, pero también que el dolor y la tristeza pueden producir sorprendentemente recuerdos atesoradas, porque miras hacia atrás y dices: “Lo hice”.

        En cuatro meses, ya no tendre mi pequeño espacio rosado. Estaré entrando en una nueva época de mi vida. En esta nueva época, a diferencia de la última, estaré aprendiendo sobre cómo no estar sola, y mi nuevo marido y yo estaremos combinando nuestras dos vidas y nuestros dos gustos diferentes en decoración. Lamentablemente, esto significa no más rosa, probablemente menos flores, y (conociéndole) más tecnología... suspiro... Pero también significa que Dios me ha dado una victoria más: he logrado encontrar las fuerzas para conquistar el momento más difícil de mi vida, y subir a otro nivel. El hecho de que lo pude hacer una vez, me da certeza que no importa que pase en el futuro, siempre podré superar. Todo esto sucedió en mi pequeño espacio rosado. 

 

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Vanessa Gracia1 Comment