No Se Preocupen

Prov. 12:25

La angustia abate el corazón del hombre,

   pero una palabra amable lo alegra.

 

 

Si alguna vez ha experimentado ansiedad, usted sabe que estas palabras son ciertas. La ansiedad es como una carga para el corazón. Podría estar contento, y todo podría estar saliéndose como quiere, hasta que un pensamiento ansioso se cuela y cambia por completo su humor: ¿Qué pasaría si todo se lo quitaran? ¿Qué tal que no todo es lo que parece? ¿Qué es lo que va a pasar después? ¡En un instante te sientes agobiado y triste incluso antes de que algo malo suceda! He experimentado esto más veces que lo suficiente. He estado en casa, relajándome, teniendo una tarde placentera, cuando alguien de mi equipo me llama para decirme que no estamos teniendo una buena respuesta de algo que estamos organizando, o que ellos oyeron a alguien quejarse sobre esto o aquello en el trabajo. Si no soy cuidadosa, mi tarde placentera puede convertirse en una noche en la que me irrito y le pregunto a Dios porque las cosas nunca suceden en la manera en las que las planeo. Pero estas palabras nos dicen que mientras que la ansiedad nos podría agobiar, unas buenas palabras tienen el efecto contrario. Entonces, si unas buenas palabras pueden combatir el efecto de la ansiedad y temor en nuestros corazones, ¿por qué no estamos buscando constantemente unas buenas palabras para hacer felices a nuestros corazones?

       En la manera en la que lo veo, una buena palabra es cualquier cosa que traiga ánimos a nuestros corazones, cosas que nos den paz y nos ayuden a reflexionar lo muy agradecidos que estamos por lo que Dios ha hecho por nosotros, más que estar ansiosos sobre lo que nos ha salido bien aun. Alguna buena palabra puede venir de un amigo, de una canción inspiradora y especialmente de la palabra de Dios. Mientras más llenemos nuestros corazones con la palabra, mas su palabra acallara todos los sentimientos negativos que tendemos a cultivar cuando estamos oyendo todas esas palabras y sentimientos negativos que nos causan estar ansiosos. Hemos oído la frase famosa “eres lo que comes”. De la misma manera, nuestros corazones son lo que sea que les alimentemos. Si les damos chismes, desmotivación y miedo, tendremos un corazón apesadumbrado, estresado y temeroso. Pero cuando le damos a nuestro corazón buenas palabras, nos re energiza y nos vuelve contentos.


A estas alturas usted ya habrá notado un patrón en mis alabanzas. Dios ha realmente estado comunicándose a mi corazón sobre ir en contra del estrés y la ansiedad en mi propia vida, y he estado  muy gustoso de compartir ese viaje con la gente que me rodea también. Si está lidiando con estrés y ansiedad, le animo a que no solo continúe estudiando la palabra conmigo, sino también que se llenes de buenas palabras tanto como quiera. Tome su tiempo para analizar que tan común invierte en buenas palabras para su corazón y alma y que tanto (posiblemente sin saberlo) deja que las palabras y comentarios negativos agobien su corazón y le llenen de tristeza o estrés.

Vanessa GraciaComment